En los análisis y estudios que se hacen sobre la renta básica universal e incondicional (RBUI), se suele primar el factor economicista, cómo se puede financiar, cuánta sería su cuantía, si incrementaría la inflación o no, etc. En algún caso se resalta su capacidad para erradicar la pobreza y redistribuir la riqueza. En muchas menos ocasiones se destaca su fundamento ético, de permitir disfrutar a todas las personas de la riqueza y bienestar generados por el progreso, el cual es obra de todos los seres humanos.
Pero en ningún momento se habla de su fundamento existencial. Y creo que este es un aspecto importante que conviene indagar, porque está relacionado con la manera como vivimos las cosas las personas.
Según la concepción vulgar del tiempo, que ha sido la vigente hasta ahora, nuestra vida es una sucesión lineal de presentes, unos al lado de otros, que nos entrega la ilusión de que la existencia es eterna, de que no va a acabar. La muerte es un asunto que no queremos mirar. Como ya dijo Ibn Hazm allá por el siglo XI, todo lo que hacemos los seres humanos es para “despreocuparnos”, para no enfrentarnos a nuestro final. Nuestra vida es una permanente búsqueda de distracción, desde el mismo trabajo hasta el entretenimiento en sí, todo con tal de no anticiparnos al término de nuestra existencia.
Y, sin embargo, como dijo Heidegger, la temporalidad humana es “primariamente advenidera”[1], camina con la vista puesta en el futuro, no puede evitar lanzar proyectos, palabra esta última cuya etimología significa precisamente esto, “arrojar hacia adelante”. Silo escribió: “Por esto, humanizar es salir de la objetivación, para afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda revolución y todo cambio. Por consiguiente, no basta con la presión de condiciones oprimentes para que se ponga en marcha el cambio, sino que es necesario advertir que tal cambio es posible y depende de la acción humana”[2].
Entonces vemos que, para ambos autores, está en la esencia del ser humano esa temporalidad lanzada hacia el futuro, hacia el proyecto.
Pero las exigencias del mercado neoliberal cercenan esa necesidad intrínseca humana de proyectar y de orientarse hacia el futuro. El capitalismo ha convertido el tiempo humano, es decir, la existencia de las personas, en un objeto que puede ser monetizado. Se nos amenaza con la imposibilidad de supervivencia si no cedemos nuestro tiempo y energía vital a las exigencias de los poderes económicos. Se nos enajena nuestro tiempo y ya no podemos disponer libremente de él para diseñar y realizar nuestros proyectos más queridos, porque si lo hacemos, vamos a encontrar muchos problemas para sobrevivir. En otras palabras, el sistema socioeconómico en el que estamos sumergidos nos trunca esa “temporación primariamente advenidera”, que mencionara Heidegger.
El futuro ha dejado de ser el tiempo donde proyectábamos nuestra esperanza y la imagen de realización de nuestras aspiraciones, para transformarse en el reino de la incertidumbre y el temor. Hoy en día, vastos conjuntos humanos, particularmente jóvenes, sufren de angustia y ansiedad cuando miran al porvenir, debido a la creciente precariedad del mercado laboral y a la falta de seguridad en el empleo. Estos sufrimientos derivados del deterioro de la situación del empleo están incidiendo muy negativamente en la salud mental de las personas, como denunció Olivier De Schutter, Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos de la ONU, en julio de 2024[3]. En España, según datos del Ministerio de Sanidad, “el 34,3% de las mujeres y el 17,8% de los hombres de 40 y más años ha retirado al menos un envase de antidepresivo, ansiolítico o hipnótico/sedante durante el año de estudio, 2017”[4]. Y lo que es más grave, “casi la mitad de los y las jóvenes españoles de entre 15 y 29 años (48,9%) considera que ha tenido algún problema de salud mental”, según sondeo de 2019[5].
Es preciso, entonces, que el ser humano vuelva a tomar las riendas de su tiempo, es decir, de su vida. Y una medida que le podría ayudar en esto sería la renta básica universal e incondicional. Al ser una asignación económica universal, incondicional, individual y suficiente (igual, como mínimo, al umbral de la pobreza), la RBUI sería una especie de “salvavidas” que, al proporcionar seguridad económica, disminuiría mucho el temor y la ansiedad frente al futuro, y los malestares asociados a ello. Además, otorgaría “poder de negociación” a las personas, que, al disponer de este soporte, no se verían obligadas a aceptar cualquier oferta de empleo, por explotadora que fuera esta. Ambas ventajas permitirían a las personas gozar de una cierta “energía mental libre”, para poder plantearse en qué condiciones vivir y el propósito de su existencia, y para elaborar proyectos queridos y abocarse a ellos.
El tiempo debe ser humanizado, debe servir para que la gente sea más libre y feliz. Si no luchamos por ello, acabaremos siendo esclavos de los deseos de una élite absolutamente inmoral y deshumanizada.
Ángel Bravo. Miembro de Humanistas por la Renta Básica Universal y de Eureka, Red Activista por una Renta Básica Incondicional.
[1] Martin Heidegger: “Ser y tiempo”, capítulo VI. Editorial Planeta-De Agostini. Barcelona, 1993. Pág. 459
[2] Silo: “Cartas a mis amigos”, Cuarta Carta. Graphomania Ediciones. Madrid, 1994. Pág. 110
[3] Las políticas gubernamentales diseñadas para impulsar el crecimiento económico están teniendo un efecto devastador en la salud mental de las personas, según un nuevo informe del relator especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Olivier De Schutter: https://news.un.org/es/story/2024/10/1533781
[4] “Salud mental en datos: prevalencia de los problemas de salud y consumo de psicofármacos y fármacos relacionados a partir de registros clínicos de atención primaria”. Sistema Nacional de Salud. Diciembre de 2020: https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/estadisticas/estadisticas/estMinisterio/SIAP/Salud_mental_datos.pdf
[5] La salud mental en cifras. Confederación de salud mental de España: https://comunicalasaludmental.org/guiadeestilo/la-salud-mental-en-cifras/#espana